27 octobre 2014

El problema


VIMOS a la presidenta del Círculo de Empresarios en televisión. Si la cara es el espejo del alma, esa mujer parece de armas tomar. También de las que se gustan tanto hablando, que antes de decir alguna enormidad se permiten poner en guardia a su interlocutor. "Esta es una idea que quiero soltar aquí, también políticamente incorrecta”... empezó diciendo. Porque se le olvidaba a uno añadir que esa mujer no dice las cosas, o las sugiere, sino que las suelta escopeteadas, a propulsión, como los gases innobles del burro o los adjetivos Baroja, al decir de Pla.  “...pero yo lo único que os digo es que prefiero una mujer de más de 45 o de menos de 25, porque como se quede embarazada, nos encontramos con el problema”. 

Uno creía que el problema de España era exactamente el contrario, que tenía una tasa de nacimientos negativa. Como es uno alguien a quien le preocupa lo que se dice tanto como el modo de decirlo, relee esa frase dos, tres, cuatro veces, hasta quedar atrapado en ella como el masoquista del cuero, las cadenas y el azote de la estricta gobernanta. ¡Qué tono, qué poderío, cuánta seguridad y determinación! ¿Y qué decir del modo en que pasa del yo al nosotros, del “yo lo único que os digo” a ese “nos encontramos con un problema”?

Nunca diría uno de un embarazo deseado ni de ningún recién nacido que son un problema, y menos entre nosotros, sino una bendición y una solución. Al contrario, el problema lo tenemos en los empresarios que ven en ello un problema. Se ha mostrado uno siempre partidario de la discriminación positiva en los asuntos relacionados con las mujeres: ya saben, entre dos personas de distinto sexo y parejos méritos, las leyes deben favorecer a la mujer. No es el momento de pormenorizar las razones en un asunto que no tiene ni mucho menos el acuerdo de todos. A veces ha dado uno en explicarlo al revés, teniendo en cuenta la afición de lxs idiotas a promocionarse, postularse y trepar: entre un memo y una mema, creo que es prefrible la mema. Pues bien, es de suponer que a la presidenta del Círculo de Empresarios le habrá costado, como mujer, mucho más llegar adonde está que a muchos varones, pero por una vez acaso uno hubiese preferido que su puesto lo hubiese ocupado un varón. Probablemente a estas alturas ni un empresario, ni siquiera de los más idiotas, y de estos hay muchos, se hubiese atrevido a tanto. 
   [Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 25 de octubre de 2014]

3 commentaires:

  1. El problema, en relación con lo indicado por la empresaria en cuestión, es que el Estado carga sobre las empresas costes que debería sufragar el propio Estado.

    Por ejemplo, si una mujer reduce jornada por cuidado de hijo, se le reduce el sueldo proporcionalmente, con lo cual el empresario puede (con lo que se ahorra) contratar a tiempo parcial a otro trabajador para que supla a la mujer durante el tiempo por ésta acortado. Hasta aquí bien.

    Pero el problema es que entonces el empresario tendrá que cotizar a la Seguridad Social por los dos trabajadores: o sea, por la mujer y por el trabajador contratado para suplirla.

    Y no es entendible que este coste lo deba sufragar el empresario, sino que debería soportarlo el Estado, o sea, la propia Seguridad Social.

    Con las incapacidades laborales pasa lo mismo. Si un trabajador está de baja médica, hay que seguir cotizando por él, pero además hay que cotizar por el otro trabajador que se contrata para suplir al enfermo. O sea, doble coste laboral INJUSTIFICADO para las empresas.

    En todos estos casos el Estado dispara con pólvora, no del rey, sino de los empresarios.

    Pues lo que, al parecer, no puede consentirse es que haya gente que invierta, emplee y cree puestos laborales. Lo digo obviamente con ironía, pero es que da la impresión de que en España la actividad empresarial es mirada con recelo y poco menos que criminalizada.

    Antes al contrario, el empleador (ese señor/señora que emplea gente y les paga un salario) debería ser objeto de protección y (permítaseme la expresión) "mimo" legal.

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  2. Tal como va la mañana parece que de empresarios y políticos hay menos idiotas de los que sospechábamos. Y mientras la infamia continúa, desde Podemos se limitan a asistir al esperpento como meros espectadores, aguardando que el paso de los días les vaya llenando las urnas.

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  3. El problema es de motor: el superclásico lucro que nos condena al horror.

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