12 décembre 2011

Cheque sin fondos

A día de hoy no sabemos si desaparecerá el Ministerio de Cultura en el nuevo gobierno. Como vienen corriendo rumores de que así sucederá, cierto suplemento cultural realizó hace unas semanas una encuesta entre escritores, intelectuales, cineastas y otros interesados en el asunto. La mayoría de los entrevistados, más o menos de la izquierda oficial u oficiosa, consideraba una gran catástrofe nacional que lo suprimieran.

Hace treinta años, apenas llegados los socialistas al poder, publicó Ferlosio cierto artículo, “La cultura, ese invento del gobierno”. El escrito, divertidísimo, causó sensación e indignación también, porque algunos consideraron que el escritor, una vez más, se dedicaba a poner palos entre los radios de las ruedas de la Historia, que en aquel momento ya se llamaba “El Rodillo”, en alusión a los diez millones de votos que tuvo el Psoe. ¿La tesis? Cierta izquierda,  creyendo que la cultura es de su exclusividad y justificando en su acerba derrota de 1939 el eslogan la cultura es una fiesta, se parece bastante a Goebbels, responsable de la propaganda nazi. Si este dijo aquello de que “cada vez que oigo la palabra cultura amartillo mi pistola”, aquellos socialistas actuaban como si dijeran: “En cuanto oigo la palabra cultura extiendo un cheque en blanco al portador”. De hecho aquella izquierda llegó a pensar que en la guerra civil los grandes escritores, artistas e intelectuales estaban sólo en uno de los dos bandos, quedándose, como quien dice, con toda la banca intelectual. Hoy sabemos que esto fue sólo una falacia de la propaganda, pero algunos encontraron en ello la legitimación para administrar la cultura de una manera  sectaria, expulsando sin pestañear, por ejemplo, a verdaderos republicanos como Chaves Nogales o Clara Campoamor sólo porque podían aguarles la fiesta o entrar en el reparto del cheque en blanco. ¿Y en qué se está empleando el dinero de ese cheque?, se pregunta Ferlosio: en, textualmente,  “hacer el gilipollas” y “chorradas”, o sea, en un populismo caro en vez de aquel elitismo barato del que hablaba el institucionista Juan de Mairena.

En treinta años que han pasado uno ha visto cómo el cheque de la cultura ha servido, con unos y con otros y demasiadas veces, para, convertido en calderilla, “pagar favores y tapar bocas”, en palabras de Félix de Azúa, uno de los pocos que se desmarcaba de las jeremiadas en la susodicha encuesta. Le da a uno igual que la cultura esté en manos de un ministro o de un secretario de Estado, pero querría verla caminando a buen paso hacia aquella Ilustración que le hizo decir a JRJ, otro institucionista, “menos cultura, más cultivo”. Claro que entonces los que han confundido entretenimiento de masas y cultura, tanto en la izquierda y en la derecha, escandalearán afirmando que se está acabando con ella. Pero sabemos que el cultivo es cosa de siembra, de trabajo paciente y silencioso en la sombra, como la semilla. Tal vez el nuevo gobierno esté tentado de hacer las cosas como aquel del que habló Ferlosio. ¡La cultura es tan clientelista y resultona! Por eso algunos ya sólo confiamos en la crisis como el mejor camino hacia el cultivo de la excelencia pobre, precisamente porque el cheque en blanco ha dejado de tener fondos.
   [Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 11 de diciembre de 2011]

El Rastro, 11 de diciembre de 2011


4 commentaires:

  1. Sólo se puede decir amén a lo que has escrito, Andrés... Por mis pagos, el concepto de cultura que tiene la Junta de Andalucía es además folclórico: los Morancos, María del Monte, flamenqueo y los cantantes afines, tipo Ana Belén-Víctor Manuel... Por cierto, como sé que te gustan estas cosas, que lo he leído hace poco en uno de "tus pasos perdidos", acaba de haber otro manifiesto de artistas (estos si que están subvencionados), encabezados por Serrat, a favor, creo de la libertad de expresión... En lugares que están a miles de kilómetros... ¿Por qué no dirán nada de lo que pasa en Cataluña, o de lo que lleva pasando tantos años en el "país vasco".
    Enhorabuena por todo lo que escribes.

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  2. El Ministerio de Cultura es el que permite que un cuadro archifamoso pueda venir a España, aunque sea en una exposición itinerante, o que ciertos papeles de un agente literaria renombrada no acaben en una colección particular... y tantas otras cosas encomiables o muy criticables supongo; pero la cultura se reproduce por esporas y la disemina el viento, ese libérrimo arcángel, creo que dispuesto a prescindir de mecenazgos y patrocinios a través de asociaciones sin ánimo de lucro en tiempos como los que corren, muestra de su auténtica solidaridad; otra cosa es que las estadísticas del paro se engrosen con un sector, que como otros necesita un apoyo de la política económica, pero a la misma altura de los que ponen ladrillos, cortan cables, ponen cafés, presentan un recurso, etc. En este país en su historia se realizaron tremendas obras culturales al amparo de los poderosos, pero también bajo la lumbre del candil, y si es un mito (G. Bueno) no creo que se resienta durante el tiempo que dure esta criba necesaria, mientras no afecte a la educación.

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  3. Estaría bien un Ministerio de Cultura sin ministro. Esto es, no politizado.

    Y ya puestos, sin presupuesto.

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